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Isla de la Humanidad
Isla de la Humanidad
El largo camino del ser humano

Muchos pasos ha debido dar el ser humano desde que por primera vez pisó la tierra en dos pies. Lentamente, y al igual que todos los seres vivos que pueblan este planeta, nuestros antepasados se adaptaron al medioambiente en el que vivían. Hasta que un día, hace aproximadamente cinco millones de años, asumieron una postura erguida que les permitió caminar como lo hacemos hoy. Desde entonces, muchos cambios se han sucedido, no sólo en su aspecto físico, sino también en su forma de enfrentarse a los permanentes desafíos de la naturaleza y de la comunidad de la cual forma parte.

Las primeras tribus fueron nómadas, es decir, pequeños grupos trashumantes que cambiaban de lugar buscando el alimento, de manera similar a como lo siguen realizando algunos animales. La primera gran revolución llegó de la mano de la agricultura, actividad que les permitió establecerse en una región determinada para cultivar la tierra, la cual ofrecía alimento que se podía almacenar para épocas de escasez. No fue casualidad, por lo tanto, que el sedentarismo se desarrollase preferentemente cerca de ríos que permitiesen generan condiciones de vida privilegiadas. Imaginemos un pueblo sudamericano levantado a la orilla del río Amazonas, tal como lo construyeran los habitantes de Mesopotamia , junto al caudal del Tigris y el Eufrates hace más de 10 mil años. O el río Nilo, clave en la formación de la civilización egipcia . O el pueblo turco, que se originó en las inmediaciones del río Ienissei, que actualmente pertenece a Siberia.

Ríos, lagos, mares y bosques permitieron el desarrollo de las primeras civilizaciones. De ahí en adelante, el ser humano inició un largo proceso social que continúa hasta nuestros días.

Una vez solucionado el problema del alimento, hombres y mujeres se abocaron a organizarse en comunidades, a reflexionar en torno a nuevas tecnologías que mejorasen su calidad de vida, a tener espacios para crear, divertirse y conectarse con las divinidades que los acompañaban. De este modo, la política, la filosofía, la ciencia, la tecnología, el arte y la religión comenzaron a ser parte del ser humano. Basta con mirar hacia atrás para encontrar diversos ejemplos que dan cuenta de ello: un filósofo griego o un cacique mapuche. Una ceremonia religiosa de los mayas de Chichén Itzá o las cruzadas medievales que emprendieron los cristianos para recuperar la Tierra Santa. El culto a los muertos de la civilización egipcia o los actuales cementerios que existen en todo el mundo. Una embarcación de los changos o un carruaje del siglo XVIII. La escritura cuneiforme de los sumerios, que marcó el fin de la prehistoria, y el teclado de este computador. La invención de la rueda y la fabricación de la primera nave espacial. El ritmo de los tambores africanos y la música electrónica de la última década.

Necesitaríamos días enteros para enumerar los paralelos que se han producido a través de la historia. Y es que el ser humano, a pesar de las diferentes coordenadas espacio-temporales, mantiene su esencia. Siempre se ha preguntado si existe o no algún ser superior que lo acompaña en esta vida; se ha procurado el alimento y la vestimenta; ha necesitado una lugar donde instalarse con su núcleo familiar; ha establecido derechos y deberes para mantener la convivencia; ha inventado artefactos para simplificar la vida; ha creado manifestaciones artísticas y culturales que le permitan trascender y deleitarse.

Por supuesto que este listado no es al azar. Muchos hombres y mujeres han pasado frío y hambre, han sufrido discriminación o han sido explotados. Revoluciones e independencias son procesos que se suceden cada cierto tiempo. Otros tantos han muerto a la espera de que se encuentre una cura para su enfermedad. Hasta el día de hoy vemos cómo pueblos enteros sufren el horror de la guerra y vuelven a levantarse de las cenizas. En pos del desarrollo, la naturaleza encuentra en el ser humano una grave amenaza para preservar el equilibrio ecológico.

Ninguno de nosotros tiene la misma huella dactilar ni tiene un rostro idéntico al otro, aunque tenga un hermano gemelo. Tú eres único. Tú eres única. Posees determinadas creencias religiosas, políticas, sociales y culturales. Sin embargo, tu maravillosa originalidad se abre al resto de la sociedad. Si miras a tu alrededor podrás descubrir que tienes mucho en común con tu equipo de trabajo, con tus vecinos, con los hinchas del equipo de fútbol que no te gusta o, incluso, con aquellos jóvenes de Afganistán o Etiopía, que luchan por vivir en un lugar pacífico y más justo.